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11 Jul 2017
La competitividad de Petronor se ha mantenido gracias a las importantes inversiones realizadas en la sociedad por sus accionistas, Repsol y Kutxabank, y a su capacidad de innovar y adaptarse continuamente a los cambios en el mercado.
La empresa dedicada al refino del petróleo, Petronor, ha conseguido sobrevivir a la grave crisis que ha afectado al negocio desde el estallido de la crisis en 2008, gracias a las inversiones continuas y la capacidad de adaptarse. Un ejemplo de esa capacidad para cambiar y adaptarse es el hecho de que Petronor fue creada para suministrar combustible, entonces fuel, para generar electricidad térmica de la entonces Iberduero y en cambio hoy es una empresa volcada en suministrar gasolinas y gasóleos para impulsar la movilidad. Y ese proceso continuo de cambio, según su presidente Emiliano López Atxurra, seguirá en el futuro porque Petronor se ha transformado en una compañía energética, mucho más que una refinería, con vocación de ser líder en el área de energía y movilidad. Para López Atxurra la consolidación de la tendencia positiva y de las mejoras operativas implementadas “es condición necesaria pero no suficiente para asegurar el futuro”. Por ello la compañía, aprovechando el entorno tecnológico e industrial existente en el País Vasco, se ha volcado en aumentar la innovación en aras a mejorar la eficiencia, ver posibles nuevos negocios en los servicios, y todo ello para ganar competitividad. La empresa vizcaína, -tras las notables pérdidas contabilizadas en 2013 y 2014, 87 y 65 millones de euros respectivamente-, ha vuelto a la senda positiva gracias al ingente trabajo interno y a la mejoría de la coyuntura económica. Ello ha llevado a la empresa a generar beneficios de 222 millones en 2016, la mejor garantía para hacer frente a un mercado complejo con una competencia creciente. El estrechamiento de márgenes del refino durante los años de la crisis ha dejado en pie a las instalaciones más eficientes, entre ellas la de Petronor, cuando un total de 29 refinerías han cesado su actividad por falta de rentabilidad en Europa. Siete refinerías en Francia y Reino Unido, cinco en Italia, tres en Rumanía, dos en Alemania y una en Suiza, España, República Checa, Serbia y Macedonia, no han sobrevivido. Este hecho pone en valor el gran trabajo efectuado en la planta vasca, una instalación capaz de procesar más de 11 millones de toneladas de petróleo al año y que el pasado 2016 refinó 10,62 millones de toneladas, suponiendo el 16,6% del total del Estado. Las mejoras tecnológicas efectuadas en Petronor tras las cuantiosas inversiones efectuadas en los últimos años han permitido que la refinería haya aumentado sustancialmente su capacidad de aprovechamiento del crudo procesado para producir los carburantes más rentables. De hecho, la capacidad de conversión, -el porcentaje de gasóleos, gasolinas y demás combustibles comerciales que se pueden obtener de cada barril de petróleo-, alcanzó el máximo histórico. La tasa de utilización de la refinería de Muskiz, se ha situado por encima del 90%, cifra superior a la media del 86% en las instalaciones de los países de la OCDE. La competitividad de Petronor se refleja también en hechos como la exportación de 4,2 millones de toneladas en 2016. La refinería logró, además, mejorar sus márgenes de refino hasta los 6,72 dólares-barril confirmando que la planta está entre las más modernas de la UE. La refinería vasca, con una capacidad de proceso de 220.000 barriles diarios es la segunda más grande del Estado tras la de Algeciras, 240.000 barriles, pero muy lejos de las mayores del mundo, la mayoría en Asia, capaces de manejar entre 550.000 y 1.000.000.
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