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19 Aza 2018
Empresas y centros tecnológicos de Euskadi investigan cómo abaratar las baterías que permitirían la plena integración de las renovables en el sistema eléctrico.
La gran barrera que impide la plena expansión de las energías renovables en el sistema eléctrico es su carácter intermitente. Cuando no sopla el viento o no brilla el sol los aerogeneradores y paneles fotovoltaicos no son capaces de suministrar electricidad. Por eso se necesitan tecnologías de respaldo como el gas, el carbón o la nuclear, que siempre están dispuestas para atender a las necesidades del sistema. De momento Europa no ha sido capaz de desarrollar baterías a gran escala que permitan almacenar la electricidad y distribuirla cuando es necesario. O sí. «Pero su coste es aún demasiado elevado. Además, existe un problema regulatorio al respecto», dice Óscar Miguel, director de Cidetec Energy Storage. El centro donostiarra es una de las referencias de la investigación vasca en pos de baterías más baratas, hechas con materiales menos contaminantes, y con capacidad para integrarse en la red eléctrica. Hasta el momento Cidetec ha centrado la mayor parte de sus esfuerzos en la electromovilidad (baterías para vehículos eléctricos), pero «lo siguiente que tenemos en cartera es implementar soluciones de almacenamiento estacionario», asegura Miguel. La clave de las investigaciones está, en primer lugar, en encontrar materiales que sustituyan a los iones de litio. Un componente que es difícil y caro de extraer, además de contaminante. «La batalla por el litio convencional la hemos perdido con los países asiáticos», cree Nuria Gisbert, directora general de CIC Energigune, centro vasco de investigación sobre energía. Allí investigan otros polímeros que puedan sustituir a los electrolitos convencionales. Por ejemplo, el sodio, un material que se puede obtener fácilmente a gran escala. «Además, no está sometido a tensiones geopolíticas como el litio, que se extrae fundamentalmente en unos pocos países que suelen tener una gran inestabilidad, lo que al final puede generar problemas de suministro, y de coste. El sodio puede que no sea una tecnología totalmente sustitutiva para el litio, pero es una solución importante que puede llegar al mercado en cuatro o cinco años. Será más segura, tendrá mayor densidad energética, y más barata», añade. De momento, las licitaciones de generación renovable combinada con baterías de litio «están empezando a ser más baratas que producir con carbón o el gas. Y en algunos casos, que la nuclear. De un año a otro el coste de la generación fotovoltaica combinada con litio ha caído un 40% respecto al anterior», destaca Gisbert. Problemas regulatorios El de los costes es uno de los obstáculos a los que se enfrenta el sistema de almacenamiento a gran escala. «Pero también los hay regulatorios. Es necesario que se empiece a configurar una regulación eléctrica que permita reconocer a una batería como un activo de la red que debe ser retribuido», sostiene José Ignacio Hormaeche, director del Clúster vasco de la Energía. La asociación dirige desde hace cuatro años un grupo de trabajo que aglutina a los agentes más representativos de la cadena de valor del almacenamiento eléctrico. «El reto como país está en que, fruto de la investigación, haya empresas que desarrollen su propia tecnología de baterías», subraya Hormaeche. Porque lo que de momento hacen empresas como Ingeteam o Cegasa es integrar sus propias soluciones en baterías de terceros fabricantes. La primera de ellas ha puesto en marcha recientemente un laboratorio portátil de almacenamiento energético en el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea en la localidad de Petten, Holanda. Su finalidad es la de almacenar los excedentes de producción para poder suministrarla en los momentos en los que la generación eléctrica sea baja. La compañía con sede en Zamudio también participa en un proyecto de Iberdrola que consiste en la instalación de baterías de ion de litio en el municipio murciano de Caravaca de la Cruz. Está previsto que entre en funcionamiento a lo largo de este trimestre. Este sistema permitirá mantener el suministro eléctrico -al menos, durante unas horas- en la zona en caso de registrarse una avería en la red de distribución convencional. Tekniker, centro de investigación integrado en la red IK4, ha logrado posicionarse como uno de los referentes en investigación aplicada al sector de la energía solar de concentración (CSP). Se trata, básicamente, de almacenar el calor generado en las plantas termosolares fundiendo sales. Posteriormente ese calor se emplea en generar vapor de agua de alta presión para alimentar una turbina eléctrica. «Esta tecnología ha sido usada a nivel masivo en las plantas termosolares españolas en los últimos diez años. Su capacidad para ser gestionada es la ventaja fundamental frente a otras energías renovables. Esto, unido a los costes cada vez menores de la tecnología, puede convertir a la CSP en un pilar básico para gestionar la energía renovable», asegura Cristóbal Villasante, ingeniero mecánico de IK4-Tekniker.
Hitz gakoa
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